viernes, 4 de mayo de 2012

Ya no están





Mis ojos se abrieron de repente. La grisácea claridad de una luz que parecía venir de todas partes hirió mis pupilas. ¿Cuánto tiempo llevaba dormido? No lo sabía con certeza. Mi cabeza daba vueltas y sentía los miembros entumidos. ¡Dios, que frío tan horrendo me invadía! me incorporó, lentamente, y miro, confundido, la habitación en la que me encontraba. ¿No era ese mi cuarto,el de siempre, mi lugar seguro? No, no sabía bien cómo, o por qué, pero las cosas se veían… diferentes.

Camino, lentamente hacia la puerta. ¡La puerta! ¿Dónde estaba la puerta? El muro desnudo parecía burlarse de su desconcierto. En su lugar, estaba un espejo. El mismo espejo que me vigilaba al dormir. “No te mires”, pensé. “Hagas lo que hagas, ¡no te mires!”.

 me río nerviosamente a causa del temor. ¿Por qué no tenia que verme en el espejo?, ¿a qué podría temerle? Era sólo mi reflejo… ¿O no? Y, sin embargo, no lograba reunir el valor de hacerlo. De alguna manera sentía que no me iba a gustar lo que vería. ¡Todo era tan diferente!. Todo lo que me rodea es extraño, como si, por un segundo, casi no pudiera reconocer mi propia casa. El hogar que tanto amaba.

Intentó vanamente frotar mis manos para mitigar el frío terrible que me invadía. Era imposible de soportar, los huesos casi se me helaban.

 “¡NO!”, ME escucho gritarme a MI mismo. 

El sonido feroz, casi gutural de mi propia voz me sobresaltó, segundos antes de escuchar el estruendo. ¿Qué había sido eso? Sentí como lentamente el terror profundo a lo desconocido me invadía en oleadas frías, paralizándome. ¡Ahí estaba de nuevo! Rumores, ruidos indeterminados se escuchaban por doquier, semejantes a arañazos detrás de las paredes, o al martilleo incesante de un centenar de dedos acechándolo a través de las ventanas…

Por el rabillo del ojo creí ver rostros, difuminados, en movimientos sinuosos; criaturas aformes que se aproximaban hacia mi con grandes muecas, sonrisas vacías que me llenaban de espanto. Sentía manos que rozaban mi espalda erizando mis cabellos. me parecía escuchar la respiración pesada de alguien, o algo que estaba espiándome. Así había sido por demasiado tiempo. Más del que yo podía recordar.

¡Y este maldito frío!

Cierro los ojos, aprieto los dientes e intentó distraerme, cubriendo mis oídos con las manos y comienzo a hablarme a sí mismo en voz alta, tratando de recuperar la calma. ¡Había funcionado! Las imágenes aterradoras se habían marchado. No había más ruido que el sonido temeroso de sus propios pasos, avanzando, trastabillando por el pasillo. Sin apenas saber cómo, había logrado salir de mi habitación.

Aquí afuera el frío había menguado, haciéndose más sutil; pero el brillo mortecino de la luz que se colaba suavemente por debajo de las puertas y a través de las rendijas formaba sombras y siluetas en las paredes que hacían que un sudor helado y viscoso me empapara la frente y el cuello.

por un momento, solo por un momento Tuve la sensación de que no estaba solo.

Una repentina corriente de aire agitó con violencia las cortinas llamando mi atención hacía el ala de la casa que se hundía más en la penumbra. Un extraño resplandor provenía de aquel rincón. Me acerque conteniendo el aliento, con los músculos tensos, los ojos vidriosos y en la lengua una extraña sensación pastosa.

Y entonces los vi.

Los seres que me habían estado atormentando desde hace tanto tiempo, esos demonios, esas criaturas de mis pesadillas, causantes de aquel frío abismal que me calaba hasta los huesos, estaban reunidas frente a mi, haciendo un corro alrededor de una mesa, entonando a una sola voz, con monotonía, esas odiosas palabras que le habían robado el sueño: “Padre Nuestro que estás en los Cielos, Santificado sea Tu nombre”…”¡Bendice Señor esta casa, aleja de ella al espíritu que perturba a los que tienen aquí su hogar, llévatelo lejos a que pague sus culpas y deje en Paz a las personas que aquí moran! Amén.”

mi vista se nublo y una intensa sed de sangre se apoderó de todo mi ser. ¿Conque querían echarme de mi hogar, de mi refugio? Esta vez, era hora de actuar.

“Ya veremos”, susurre mientras avanzaba flotante y furioso hacia ellos, con una fina sonrisa en mis labios, sintiendo el dulce sabor de la victoria.

El resto fue rápido. ¡Esas criaturas eran tan frágiles! Un poco de fuerza aquí, un movimiento certero acá, y sus cuellos se rompían como delicadas ramas entre mis manos grandes y fuertes. Algunos —la mayoría— sólo gritaron, otros intentaron huir… los demás no tuvieron tiempo ni siquiera de intentarlo. Sencillamente eran demasiado torpes para entender lo que estaba pasando.

Un montón de cuerpos apilados eran los mudos testigos de la masacre, mi masacre.

¡Ah, qué bien estaba! ¡Cuánta tranquilidad! Ya no había miedo, no más sombras amenazadoras en las paredes, ni ruidos que perturbaran mi descanso. El frío también se había marchado. Ahora sólo me quedaba una intensa hambre…

“Me pregunto si…”, murmure complacido, mientras arrancaba con ansiedad un trozo de carne.

“Sí. Aún disfruto el sabor de la carne humana”.

sonreí.

Todo había concluido. Al fin podía volver a descansar.



                                                                      LunaMora

2 comentarios:

  1. No leo bien la letra....me cuesta mucho. Igual soy yo :) tal vez más grade o menos "arrugada"
    Un saludo

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  2. listo, la verdad es que no se leía bien, gracias por hacérmelo saber
    saludos.

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